El respeto al medioambiente, la sostenibilidad y la responsabilidad social son algunos términos que cada vez están más integrados en el vocabulario oficial de las administraciones públicas a todos los niveles en esta primera parte del siglo XXI. El sector de la construcción no es ajeno a esta tendencia, que ya aboga por la utilización de materiales sostenibles que ayuden a desarrollar una alta eficiencia energética e incluso edificios de consumo casi nulo.
La construcción consciente, eficiente y sostenible, tiene por tanto una gran trascendencia en la salud y en el incremento de la calidad de vida de las personas como individuos, pero también como colectivo, creando comunidades y sociedades más consideradas.
Como decía, los materiales sostenibles son fundamentales en esta carrera hacia un mundo mejor y más saludable. Su incidencia es clara en la reducción de emisiones de partículas contaminantes a la atmósfera y el ahorro energético, tanto en su implementación como en su elaboración. Así, procedimientos y técnicas innovadoras como la construcción industrializada o problemas provocados por materiales o construcciones inadecuadas o perjudiciales para la salud como el Síndrome del Edificio Enfermo también son consecuencia de la utilización o no de sistemas o materiales sostenibles, además de la necesaria y urgente renovación del parque de edificios actual.
Parque de edificios
El parque de edificios en España necesita de una profunda rehabilitación, tal y como se desprende del Boletín Especial sobre Rehabilitación 2021 que recientemente publicó el Observatorio de Vivienda y Suelo. Y es que casi la mitad de los inmuebles de uso residencial son anteriores a 1980. Además, existen más de 950.000 edificios destinados a vivienda en un estado deficiente, malo o ruinoso.
En lo que respecta a su calidad, los datos son, si cabe, más dramáticos. Más del 81,0% de los edificios existentes tienen una calificación E, F o G, es decir, las peores valoraciones en términos de emisiones, mientras que no llegan al 0,3% aquellos que disponen de la calificación A. En el caso del consumo energético, el porcentaje de las peores incluso aumenta hasta llegar a un preocupante 84,5% de los edificios, siendo tan el 0,2% de ellos los que llegan a la A. Las ayudas europeas a la rehabilitación que ya han sido aprobadas por el Gobierno facilitarán la renovación del caduco parque de edificios español con un papel preponderante de los materiales sostenibles.

Certificaciones energéticas
Antes de meternos en harina y enumerar los materiales sostenibles más utilizados en la construcción, cabe mencionar, siquiera de soslayo, algunos sistemas de evaluación y certificación de la sostenibilidad en los edificios. Son herramientas muy eficaces que acreditan el comportamiento ambiental de los productos y sistemas que se utilizan en la construcción de un edificio y/o vivienda, y su contribución a la calidad ambiental de los mismos.
LEED, BREEAM y VERDE son las más conocidas en nuestro país aunque existen más. Entre sus diferencias podemos destacar que mientras que los certificados BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology) y LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) son internacionales, VERDE (Valoración de Eficiencia de Referencia De Edificios) es un certificado nacional y reconocido a nivel europeo.
Materiales sostenibles
Los materiales sostenibles del sector de la construcción tienen o deben tener unas características concretas para denominarlos de tal modo. Así, serán materiales sostenibles aquellos que procedan de la naturaleza, es decir, que sean naturales y/o reciclados, que sean saludables para las personas, no contengan elementos tóxicos y minimicen la contaminación, y que tengan una larga durabilidad. También es importante que en su propia producción se maximice el ahorro energético y el respeto al medio ambiente, como las políticas de proximidad o Km 0 y la reducción del uso de recursos naturales.
En definitiva, son materiales sostenibles aquellos que impulsan la construcción sostenible, la construcción consciente y la economía circular, cuya producción elimina procesos contaminantes, reduce la huella ambiental y su obtención es respetuosa con el medioambiente que le rodea. O lo que es lo mismo, aquellos que cumplen la tan manida regla de las tres Rs: re-utilización, reciclaje y reducción. He aquí una selección.
Madera
Uno de los materiales más sostenibles con el medioambiente y que más ventajas y versatilidad nos ofrece en la construcción de viviendas es la madera. De origen vegetal y natural, se trata de un material renovable, reutilizable y biodegradable del que tenemos muchos y recientes ejemplos de su utilización en edificaciones exitosas con un alto ahorro energético y que es ideal para cumplir con los estándares que exigen la construcción pasiva. Además, no solo es un aislante térmico y acústico muy eficaz, sino también eléctrico gracias a que no es un material conductor. Incluso se puede combinar con otros materiales para aumentar su eficiencia aislante.
Otro aspecto muy importante de la madera es su impacto ambiental, ya que las emisiones de CO2 de los edificios construidos con este material son mucho más bajas que las de aquellos que tienen el hormigón o el acero como elemento principal. Es más, la madera es el único material de construcción que absorbe CO2 a lo largo de su vida útil que, por otra parte, puede ser muy larga si se aplican los cuidados necesarios.
Por tanto, en materia de reducción de emisiones de CO2 la madera nos aporta las dos vertientes de la sostenibilidad: por un lado, un bajo índice de emisiones y, por otro, la absorción del gas que tan relacionado está con el efecto invernadero.
Pero aún hay más. El proceso de producción de la madera es significativamente menos costoso que otros materiales de construcción debido a que es fácil de transportar y no necesita de complejos tratamientos químicos.
La deforestación se podría ver como un inconveniente, pero el empleo de este material para la construcción garantiza la preservación de los bosques mediante una gestión responsable y controlada. Sobre todo a través de los certificados PEFC y FSC, que verifican la sostenibilidad de la gestión forestal por parte de propietarios de explotaciones y de las fábricas que intervienen en la obtención y transformación de recursos procedentes de los bosques. Son, además, las certificaciones más importantes a nivel internacional.
Existen diferentes tipos de maderas aptas para la construcción de viviendas. Se pueden clasificar como duras (como el roble y el castaño), blandas (pino, abeto o cedro), tropicales (con alta capacidad hidrófuga, como el ipe, el iroko o la teca) y las industriales (aglomerados, laminados o contrachapados).
De este último bloque podemos destacar la madera OSB (Oriented Strand Board), es decir, un tablero de virutas orientadas formado por varias capas de virutas (generalmente de pino o abeto) encoladas y prensadas. Su bajo precio y alto rendimiento (resistentes, adaptables y reciclables) colocan a la madera OSB como una de las opciones más populares no solo en su lugar de origen, Estados Unidos, sino cada vez más en Europa.

Bambú
Otra opción vegetal, natural, rápidamente renovable y biodegradable es el bambú, planta herbácea o leñosa común en África, Asia y América del Sur que, además, es una muy válida alternativa a la madera. De hecho, tiene dos ventajas sobre ella: el veloz crecimiento y la menor huella ecológica debido a una mayor absorción de dióxido de carbono.
Conocido como el “acero vegetal”, el bambú es muy ligero y fácil de transportar, aunque eso no es óbice para que se trate de un material con altas capacidades de resistencia (incluso a los seísmos), flexibilidad y dureza. Son este conjunto de características, las que le dotan de una enorme versatilidad y ser útil tanto para la construcción de estructuras, revestimientos o incluso el interiorismo.
También tiene una buena capacidad aislante, tanto térmica como acústica, permite que no se acumule el calor y favorece la ventilación natural. El bambú es, por tanto, un material idóneo para climas cálidos y húmedos.
Por otra parte, el bambú es muy barato y rentable a corto plazo, además de tener una vida útil prolongada. Sin embargo, para calcular su rentabilidad hay que tener en cuenta el proyecto para el que se va a utilizar y los costes derivados de la importación, en caso de ser necesario. Y es muy manejable, aunque requiere de mano de obra cualificada.
Corcho
El corcho, que se obtiene de la corteza del alcornoque, también es un material muy sostenible. Es, por lo tanto, 100% natural, renovable y biodegradable y una de sus ventajas es que no se necesita la tala del árbol para su obtención. En lo que respecta a la construcción, se puede utilizar tanto para interior como exterior en suelos, paredes y techos. Su principal propiedad es el aislamiento acústico y térmico y por ello, su uso principal es como revestimiento en forma de láminas o placas, aunque también es habitual el corcho proyectado.
Además de su amplia y casi eterna durabilidad, otras de las características que hacen del corcho natural un material idóneo para la edificación son la impermeabilidad, la transpirabilidad, la elasticidad, la adherencia, la resistencia e incluso la capacidad ignífuga. Y que elimina los puentes térmicos.
El mayor problema que puede representar el corcho no tiene que ver con su rendimiento, que es excelente, sino con su producción y/o elaboración. El alcornoque es un árbol de hoja perenne originario de los países del Mediterráneo, principalmente Portugal, España, Argelia, Marruecos, Italia, Francia y Túnez, en este orden por su volumen de producción. Pero su obtención requiere de ejemplares maduros, de más de treinta años. Además, una vez se pela la corteza de un alcornoque se requieren alrededor de diez años más para volver a repetir el proceso.

Linóleo
El linóleo es uno de los materiales sostenibles más apreciado por su valor ecológico y su bajo impacto ambiental. Se trata de un invento del fabricante británico Frederick Walton que en la segunda mitad del siglo XIX patentó un material creado a partir de aceite de lino o aceite de linaza solidificado y mezclado con corcho, resina o polvo de madera o piedra y pigmentos naturales comprimidos. Es, por lo tanto, un producto totalmente natural y biodegradable cuya fabricación, a partir de materiales renovables, no produce emisiones tóxicas, es antibacteriano, difícilmente inflamable y que se utiliza principalmente para revestimientos de suelos.
A estas características ecoamigables hay que añadir una gran resistencia y durabilidad. No es menos importante su fácil limpieza, que permite la no utilización de productos químicos agresivos. Es muy versátil en cuanto a diseño y está especialmente indicado para hospitales, escuelas, instalaciones deportivas y edificios públicos, aunque cada vez es más habitual su empleo en interiores de viviendas. Su instalación es muy sencilla y reduce la contaminación acústica.
Existen, asimismo, linóleos de más alta calidad, llamados ‘inlaid’, que aportan una durabilidad y resistencia significativamente mayor.
Lana de oveja
Una de las opciones más interesantes que podemos encontrar en el mercado en cuanto a aislamiento natural se refiere es la lana de oveja. No se trata, no obstante, de una tendencia moderna; su uso ha sido habitual en diferentes culturas a lo largo de los siglos.
Por lo que respecta a sus características ecológicas, la lana de oveja no puede ser un material más natural y de proximidad o Km 0, que se obtiene una vez al año como consecuencia del esquileo. Así que es muy accesible y barata. El tratamiento insecticida posterior al que se le somete requiere de mucha menos energía muchos menos gases de efecto invernadero que otros materiales como el poliuretano. Además, es reciclable al final de su vida útil.
Las buenas noticias no terminan con su buen aislamiento térmico y su baja conductividad, y su consiguiente ahorro energético. La lana de oveja también dispone de características de aislamiento acústico interesantes. Por si fuera poco es muy ligera, transpirable y tiene una gran capacidad de absorción de la humedad o, lo que es lo mismo, es higroscópica. Esto repercute en estancias más saludables, debido a que previene la condensación.

Barro cocido
Como en el caso de la lana de oveja, la utilización del barro cocido en la construcción se remonta a varios siglos antes de nuestra era en muros, fachadas y tejas. Su fabricación es totalmente artesanal. La arcilla se cuece a una temperatura menor a 950 ºC y después se trata naturalmente para darle la forma que se desee, ya sea baldosa, ladrillo, teja u otra. Este proceso de elaboración permite al barro cocido mantener todas las características propias de la tierra, como un excelente aislamiento, buena inercia térmica, baja radioactividad y gran capacidad para absorber la humedad ambiental.
Es totalmente reciclable, no necesita mantenimiento, más allá de la limpieza con agua y jabón neutro, y es muy resistente al paso del tiempo. Además, es fresco en verano y cálido durante los meses más fríos. Ecológico, con un contenido coste energético, la extracción de arcillas para la obtención de barro cocido se realiza en canteras y bajo estrictos controles de seguridad y respeto medioambiental. Una vez explotadas las canteras, estas se regeneran para diferentes usos, preferentemente agrícolas.
Pinturas naturales
Las pinturas y barnices ecológicos están, en los últimos años, ganando terreno frente a las pinturas “tradicionales” que incluyen sustancias sintéticas, metales pesados, derivados del petróleo y compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden afectar al medioambiente y la salud. En ese sentido, estas tienen varias características que desaconsejan su uso, como que a menudo no son transpirables, que contienen disolventes químicos tóxicos y un alto grado de carcinogenicidad, desde que se aplica la pintura hasta años después. En el plano estético, además, con el tiempo es difícil que mantengan la misma tonalidad.
Existen dos tipos de pinturas naturales o ecológicas en función de su origen: las pinturas minerales y las pinturas vegetales. En el primer grupo, podemos hacer otra subdivisión dependiendo del componente principal de la pintura que, a su vez, le otorga determinadas propiedades. Así, las pinturas a base de silicatos son muy resistentes, durables, impermeables y transpirables y, por lo tanto, idóneas tanto para exteriores como para interiores, baños y cocinas especialmente.
Las pinturas a base de cal ofrecen un color blanco muy puro (se pueden añadir pigmentos no orgánicos) y son transpirables, asépticas, bactericidas, fungicidas e impermeables. Por último, las pinturas a base de arcilla están compuestas a base de arcilla blanca natural y arenas de mármol, por lo que su color también es blanco. Estos dos tipos de pinturas están más indicados para interiores.
Por lo que respecta a las pinturas vegetales, provienen de resinas, aceites, ceras y almidones y son transpirables y resistentes al lavado.
El mayor inconveniente de las pinturas ecológicas y el factor que hace que su uso no sea más generalizado está en su precio, más elevado que el de las pinturas sintéticas y plásticas, aunque también resisten más tiempo. Además, su aplicación es más complicada, no válida en cualquier soporte y precisa de un profesional experto.
Sus ventajas, no obstante, son muchas. Para empezar son biodegradables y 100% sostenibles. En el plano de la salud, absorben gran cantidad de humedad y, al ser naturales, son aptas para quienes tienen sensibilidad o alergias a productos químicos. Incluso son antiestáticas, por lo que no atraen ni retienen el polvo, lo que ayuda también a quienes tienen ese tipo de alergias. También contribuyen a incrementar el aislamiento térmico. Por último, se ensucian menos y los colores se mantienen más vivos durante más tiempo.

Celulosa
Son muy habituales, incluso a día de hoy, las imágenes de ciclistas que, al coronar un puerto, cubren sus pechos con papel de periódico para afrontar el descenso. Ya sea fruto del sudor del esfuerzo o debido a las condiciones climatológicas adversas que son frecuentes a esas altitudes, lo cierto es que el papel utilizado para la elaboración de las gacetas absorbe la humedad y además actúa como aislante, siendo de gran ayuda para los sufridos deportistas.
Estas características han convertido a la celulosa en uno de los materiales sostenibles más utilizados en la construcción. Uno de los aspectos que hacen tan interesante a la celulosa es que se obtiene a partir de papel reciclado, principalmente de periódico, que se tritura y se mezcla con ácido bórico. Este compuesto químico le otorga a la celulosa propiedades fungicidas, insecticidas e incluso ignífugas ya que, en caso de incendio, no se inflama, no propaga el fuego ni libera gases tóxicos y no se derrite.
Así pues, la celulosa es un material sostenible y ecológico muy económico en todos los aspectos y cuya materia prima es reciclada y reciclable. Además, su proceso de fabricación requiere de muy poca energía y su aplicación es rápida y segura, no contamina y no emite ningún tipo de gas o sustancia tóxica, por lo que la huella ambiental es mínima. Puede ser aplicada en todo tipo de superficies, tanto en nuevas construcciones como en rehabilitación, y su duración es indefinida, sin perder sus cualidades.
Excelente aislante térmico debido a su baja conductividad, protege del frío y no transfiere el calor, creando un hogar más confortable y sano y actuando como regulador natural de ambientes. Asimismo, es un buen aislante acústico gracias a su baja densidad y, al ser proyectado, crea un bloque homogéneo que evita los puentes térmicos. Y como decía al principio con el ejemplo de los ciclistas, tiene una alta capacidad higroscópica.
Piedra natural
Otro de esos materiales sostenibles que se ha utilizado desde los primeros tiempos del ser humano es la piedra. Con una clara pérdida de protagonismo desde la irrupción del cemento y el acero, destaca por su reducido impacto ambiental, amplia durabilidad y resistencia e infinitas posibilidades.
Ciertamente, podría dedicar miles de caracteres solo para analizar los diferentes tipos de piedras naturales (o al menos los más utilizados) y sus correspondientes características. Así que, en términos generales, diré que se trata de un mineral, por tanto material ecológico y natural, ideal para el revestimiento de edificios, aunque gracias a su versatilidad puede considerarse para multitud de aplicaciones (suelos, paredes interiores, fachadas…).
Su huella ambiental es prácticamente inexistente ya que apenas necesita un mínimo consumo de energía para su producción y mantenimiento y gracias a su enorme resistencia y durabilidad es reutilizable de diversas maneras.
Por otra parte, también aporta su granito de arena a la eficiencia energética ya que debido a su notable inercia térmica actúa como un gran aislante, que repercute directamente en un significativo ahorro en calefacción y refrigeración. Del mismo modo, es un excelente aislante acústico, totalmente ignífugo e inocuo.
Y para terminar, en el aspecto estético y de diseño la piedra natural es uno de los materiales sostenibles más agradecidos, ya que ofrece una abundante diversidad de opciones, tanto a nivel cromático como de textura. Y un atributo que la hace aún más especial: la singularidad de cada piedra, diferente a cualquier otra que exista o haya existido, haciendo de ella un ejemplar único.

Residuos del arroz: las nuevas tendencias
Además de estos nueve materiales sostenibles que hemos enumerado y descrito más arriba existen otras materias primas tan o más ecológicas que estas pero que aún no son tan populares. Entre ellas destaca el arroz, que tiene diversas aplicaciones a partir de la cáscara, el salvado y la paja de la planta de este cereal.
Las propiedades de los desechos del arroz son la impermeabilidad y la resistencia y funcionan muy bien como aislantes térmicos y acústicos. Al ser residuos orgánicos que provienen productos naturales es muy sencillo y barato adquirirlos, ya que en muchos casos son los propios agricultores quienes buscan deshacerse de ellos sin coste.
Y son precisamente zonas en las que se cultiva el arroz aquellas que más han investigado sobre las propiedades de estos materiales y su posible uso en la construcción ya que, por ejemplo, la quema de paja de arroz está prohibida debido a los altos niveles de contaminación que genera.
Los residuos del arroz se pueden emplear para crear morteros u hormigones ecológicos, pinturas o paneles de aislamiento para cámaras y cubiertas. Y no hay más que ventajas y beneficios para todas las partes involucradas en el proceso. Al utilizar cáscara, salvado o paja de arroz para la elaboración de materiales sostenibles para la construcción, se reduce la huella de carbono con respecto a productos como el poliuretano, el poliestireno, el acero o el cemento.
Además, como he apuntado antes, conseguirlo es tan sencillo como ir a una plantación y pedirlo, ya que los/as agricultores/as estarán encantados/as de regalarlo con tal de no tenerlo en sus propiedades sin saber cómo deshacerse de ello. En ese sentido, cabe recordar el hormigón con paja de arroz desarrollado en Valencia por la ingeniera química Ana Blasco hace apenas tres años.

En ese mismo sentido ha estado trabajando el Instituto Tecnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines (AIDIMME). Con el apoyo de la Dirección General de Innovación de la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital y la colaboración de empresas del sector, AIDIMME desarrolla materiales sostenibles prefabricados y con elevadas prestaciones para la construcción, de origen natural y rápida renovación o reciclados.
A estas cuestiones, hay que añadir otras de carácter técnico y medioambiental, destacando la alta sostenibilidad, la baja huella de carbono, contribución a la disminución de los RCD (residuos de la construcción y la demolición), el aligeramiento de los elementos constructivos, la facilidad en el reciclado, la alta durabilidad, el comportamiento acústico y térmico y la minimización de la misión de COV.
Entre los materiales con los que AIDIMME está trabajando también destaca la cáscara de arroz, para el elemento de exterior. Asimismo, la posidonia, planta acuática endémica del mar Mediterráneo y muy presente en la costa de la Comunidad Valenciana, está siendo objeto de estudio en soluciones de interior (aislante) con ejemplares procedentes de Denia, junto con maderas de especies de rápido crecimiento y mortero con arena reciclada. Todos los mencionados, materiales sostenibles y presentes naturalmente en la comunidad.
Conclusión
En definitiva, más allá de las aquí expuestas, existen en el mercado muchas y variadas soluciones a partir de materiales sostenibles que permiten una construcción más respetuosa con el medioambiente y, por ende, más saludable tanto para la ciudadanía como para las personas que habitan esas viviendas.